sábado, 24 de diciembre de 2016

Cero absoluto

Vi cómo hacías cuanto querías con tu cuerpo,
estaba mojado, caliente y suculento;
sus pliegues se abrían como una rebosante primavera
tan atractiva para insectos como yo...
y quería probar las sales de tu mar
y revivir algún verano perdido en mi juventud.

Yo estaba henchido y manifestando hacia afuera lo que llevaba por dentro,
como si un demonio pugnara por abrirse paso;
como si el recipiente que es mi cuerpo rebosara líquido hirviendo
y gozábamos más el deseo que el acto
porque cada acto apagaba el anterior
y así, en una sucesión infinita de placer
nos tocábamos hasta derramarnos las entrañas.
 
Así rezamos sobre la alfombra mientras
el fuego crepita,
y tú serpenteas como las llamas en un 
sofocante delirio de sombras invocadas por
el tránsito de la noche.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Entropía

Ventanas abiertas como heridas en la fachada
hoy es un día gris y yo pienso en matar el verde
entre las sombras de mis paredes se esconde la tempestad
que con su viento callado mece el oleaje.
La nada se derrama desde el vaso y las agujas de mi garganta no me dejan tragar
Llené de poesía los rincones de la tarde
cuando muere el sol y la primera hoguera arde.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Crisálida

Una crisálida yace bajo el microscopio humano. No sabe que sus alas ya están rotas antes de nacer. Y sin embargo, en su estado más ingenuo, colgada de su pedúnculo vidrioso, se balancea al son del viento que la verá morir cuando pretenda abrazarlo.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Cuatro puntos cardinales

Cuatro puntos cardinales. Miro una sola vez al oeste; otra hacia el este, orientado hacia el norte y con viento del sur. Cuatro puntos cardinales que de nada sirven cuando caes hacia un abismo infinito. Cuatro puntos cardinales para una brújula alterada por los ecos de tu respiración.

jueves, 20 de octubre de 2016

El llanto inconexo

Me enseñará más tu pérdida que todo cuanto pueda vivir. Esta huida que ni tú ni yo hemos deseado, me recuerda lo incompleto que soy, y como tal, jamás terminaré lo que comience, aunque parezca acabado.
Y el llanto no arranca cuando debe y tampoco cesa, como una cascada que se recicla a sí misma mientras desgasta las rocas tan adheridas a la montaña como te tuve yo. Y porque una vez broté de ti, así me derramaré eternamente en este agua salada de lágrimas a las que les faltan tus ojos.


viernes, 26 de agosto de 2016

Sinsentido

Alguna vez imaginé poder apagar los ojos, desconectar los oídos, cancelar el gusto y el olfato, desactivar el tacto... Pero jamás suprimiría el sentir como tal, ese ubicado mucho más adentro, porque el dolor que duele de verdad es recordarte, y ese dolor quiero llevarlo para siempre.

sábado, 2 de julio de 2016

Voces

Voces. Voces por todas partes. Escucho voces como un coro disonante, agónicas unas veces; desconcertantemente alegres otras, mezcladas con el murmullo de las hojas del bosque del verano que nunca llega; atrapadas en la lluvia, tapizando el asfalto con un dilatado espectro lumínico que se propaga a lo largo y ancho de la calle gris. Incluso si alzo la vista hacia este fragmento de bóveda celeste bajo el que resido, percibo un sordo rumor recorriendo la volátil viscosidad de la Vía Láctea.
Escucho voces, muchas voces, pero ninguna es la tuya.

domingo, 28 de febrero de 2016

Paradoja de la noche oscura

Cegaron mis ojos con el polvo de tus cenizas y transito por la vida con los borrones de una ensoñación. Así como el viento te transportaría quisiera que a mí me llevase por las invisibles rutas del aire, hacia donde tú estés, y me doy cuenta de que precisamente un viento que silba con el ruido del mundo me acerca cada día a ti. Miro adelante mientras camino hacia atrás, contemplando un futuro que no llegará hacia un pasado que jamás lograré vislumbrar. Al fondo hay una luz que se aleja si te acercas, que se apaga si la miras, que jamás existió si alguna vez creiste en ella.

viernes, 15 de enero de 2016

El mecanismo de las lágrimas

Resbalas entre mis dedos y te deslizas irremediablemente hacia un abismo. Tu aliento se difumina entre el oxígeno del aire que respiro y siento cómo te marchas. Entre lágrimas en una mirada ajena te marchas y no puedo remediarlo. Nadie sabe cuánto sufrimiento guardas y nadie sabrá cuánto me guardo yo, cuánto me guardé. Dicen que mire adelante, pero hace tiempo eché mis ojos a la espalda. ¿Y qué podría hacer si no es llevarte en mi piel para no olvidar jamás la esencia de lo que fuiste? A veces casi logro comprender por qué creer en el alma: sería el mayor antídoto para un dolor tan intenso. Y me arrancaría la piel si con ella pudiera moldearte otra vez, porque te difuminas... te difuminas y amenazo con extirparme los ojos que te lloran. Todo símbolo es un alarido que rompe el silencio del estruendo que hay en cada silencio. Araño los muros de mi pecho y no encuentro el corazón que te recuerda. Te quiero y me quiero con la destrucción. ¿Y si ahora son mis sueños lo único que poseo? Hay un rugido perpetuo en mis sienes, eco de tu último aliento, que reverberará por siempre en los recodos de mi mente. Ahora, déjame llorarte.


A Martina, mi madre.