Voces.
Voces por todas partes. Escucho voces como un coro disonante, agónicas
unas veces; desconcertantemente alegres otras, mezcladas con el murmullo
de las hojas del bosque del verano que nunca llega; atrapadas en la
lluvia, tapizando el asfalto con un dilatado espectro lumínico que se
propaga a lo largo y ancho de la calle gris. Incluso si alzo la vista
hacia este fragmento de bóveda celeste bajo el que resido, percibo un
sordo rumor recorriendo la volátil viscosidad de la Vía Láctea. Escucho voces, muchas voces, pero ninguna es la tuya.
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