Me enseñará más tu pérdida que todo cuanto pueda vivir. Esta huida que ni tú ni yo hemos deseado, me recuerda lo incompleto que soy, y como tal, jamás terminaré lo que comience, aunque parezca acabado.
Y el llanto no arranca cuando debe y tampoco cesa, como una cascada que se recicla a sí misma mientras desgasta las rocas tan adheridas a la montaña como te tuve yo. Y porque una vez broté de ti, así me derramaré eternamente en este agua salada de lágrimas a las que les faltan tus ojos.
jueves, 20 de octubre de 2016
El llanto inconexo
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