El agua se ha detenido al cruzar el puente devastado
donde las estrellas se reflejan en el suelo seco
y agrietado.
Visiones con los ojos vendados, con la sangre que mana de mi cráneo
amordazado,
con las prendas mojadas por tus labios que bebieron de este Leteo.
Me desvelo
entre cada embate contra el puerto de los sueños vanos,
tras los cuales, al abrir los ojos,
puedo ver el viento
gritando, hambriento,
por los vagos recuerdos y los lejanos deseos que lentamente
se apaciguan con un ansia negra y verde
como prados en la noche vedada.
Amada,
en la humedad de este arbóreo paisaje
de hiedra altiva y sonoros cánticos
aplaudo tu llanto tras el amargo brebaje que,
incauta,
viertes en tu boca mientras sueñas con la mía
y de tus labios resbala un alma,
ya de por sí fría,
que se deja arrastrar por este río
en las últimas horas que preceden al alba
de una noche que jamás fue tuya
y tampoco mía.